5. Noche sin retorno, poesía testimonial

Noche sin retorno, desastre en Santa Cruz de Mora

Pocas veces nos percatamos y reflexionamos respecto de la fragilidad del ser humano.

Desastre 4wSe es frágil ante la Naturaleza incontenible, ante la adversidad y ante lo ineluctable. Pero en ocasiones, también somos frágiles frente a nuestra propia circunstancia y hasta por razón de nuestras limitaciones y debilidades. Esta es la condición humana.

Sin embargo, como contrapartida que conduce al equilibrio, existe imaginación y voluntad, creatividad y tesón, sentimiento y razón, para decantar las aristas de lo adverso y construir un mundo distinto, más parecido a los anhelos que acunamos desde la infancia, más cercano a la justicia y convivencia con calidad.

Desastre 3wA pesar de la geografía, nos lacera el dolor de los demás, en la distancia, porque la humanidad es, a fin de cuentas, una gran familia, pese a la enorme cantidad de diferencias.

El 11 de febrero de 2005, lluvias intensas cubrieron una buena parte de la superficie de Venezuela. Como consecuencia, los ríos se desbordaron, se desgajaron los cerros, un alud de fango cubrió mucho territorio…

Desastre 1wUna de las regiones más afectadas, fue el estado de Mérida en la región de Los Andes Venezolanos, y uno de los municipios con más percances fue Santa Cruz de Mora, donde miles de casas y la mitad de la ciudad desapareció, por la destrucción violenta y los enormes espacios cubiertos por lodo. En los alrededores, los cultivos y el ganado desaparecieron. Toda la zona, se quedó sin energía eléctrica, sin caminos de acceso y sin teléfonos; hubo una crítica carencia de alimentos y vestido y decenas de muertos y heridos.

Su gente, sin embargo, se ha levantado del dolor para construir de nuevo su habitat perdido.

Desastre 2wDe esta circunstancia, el poeta Roberto Arizmendi escribió el poema «Noche sin retorno» en testimonio de un hecho adverso de la Naturaleza y en homenaje a Santa Cruz de Mora y su gente.

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Escuchar poema en la voz de Roberto Arizmendi

Noche sin retorno.

Para Alejandro Molina,
la familia Chacón y
todos los habitantes de Santa Cruz de Mora.

La furia se desbocó de pronto, sin clemencia.
Era el agua derramándose por toda superficie
mientras el asombro, primero, y el temor después,
fueron la marca desmedida del reloj
que marcaba sin límites el correr del tiempo.
Nada era capaz de soportar la rabia de la tierra
y así llegó la noche sin retorno.

Era furor sin límite o demora
el más inentendible viento de amargura
que derramó su cólera y su saña
contra quien sin saber el curso de los días
apenas balbuceaba una esperanza
como queriendo convencer a todos
su llanto de impotencia.

Me dolió el dolor de alma inocente.
Me desgarró la ignorancia de las horas.
Cercenó mis entrañas la furia implacable
como germen de odio sin enmienda
o sinsabores que no tenían principio ni fin,
en cada hora de amargura,
entre escombros perdidos en la aurora.

Cuando supe del talud de la ignominia
no había palabra para nombrar escenas sin decoro
ni savia viva para que renaciera la flor,
ayuna de pecado; inmerecida penitencia.
A tanta distancia me sangraban los gritos lacerantes
y el transcurrir de escenas sin amparo
o llantos perdidos en medio de las sombras.

El lodo impregnaba la piel y era discordia,
saturaba los cuerpos, sangraba la esperanza.
Cuando la imagen mostraba la infamia inmerecida
los vientos corrían desaforados sin destino
para encontrar un oasis donde aguardar
el momento preciso para que escampara
y poder reconstruir la historia derribada.

Todo lo imaginaba. Era innombrable.
Todo era sólo una alucinación sin nombre,
porque sabía que un hijo no atinaba
a encontrarle explicación a la vida
en medio del terror de un tiempo inenarrable.
Tenía la certeza de que había una voz que me llamaba,
una tenue palabra en medio de la infamia.

Yo también quedé atrapado en la zozobra
y deslicé mi llanto en cauces de impotencia.
La tierra deslavada devino sangre, oscuridad, desesperanza,
y pareció más larga la agonía sin nombre
por las horas fatales de tanta geografía,
cuando inútilmente intentaba reconstruir escenas
o de explicar con precisión el sentimiento inacabado.

Parecía absurdo de verdad estar viviendo
entre tantos escombros sin hálito de vida.
Asumí la distancia como pecado de omisión
o gesto ingrato de la vida que se agota,
y quise entregar mi vida sin reparos
para construir de nuevo una esperanza
y sentir que estaba sin estar, pero sintiendo.

Reafirmé mis valores en medio del vendaval de angustias.
Aprendí otras formas de amar entre la ausencia
con la certeza de que el canto es vida
aunque el ser se diluya y se desangre
a fuerza de no saber qué luz alumbra los espacios
qué preside el aliento de esperanza
o qué se puede construir a partir de los escombros.

Mi ser estaba ahí y mi palabra deambulaba en la total incertidumbre.
Supe de certezas en medio del dolor lacerante que se anuncia,
sin más limitación que el rescoldo geográfico que sangra
o de la sinrazón ignominiosa de hecho y circunstancia
que sangran el tiempo, pero refuerzan al saberse parte de una vida
que florece y madura en la adversidad que de la noche surge
sin alba segura ni ocaso luminoso, refulgente.

Cuando escampe en el alma,
habrá que suturar la memoria y acunar el olvido del desastre.
Nuevos horizontes habrán de reconstruirse con hálitos de gozo,
porque el tiempo es viento sin medida.
Hacer del presente un mundo nuevo, igual al perfilado en nuestros sueños
será consigna y meta, en medio del vendaval de circunstancias
que el sol acuna, para hacer de nuestro mundo un sitio diferente.

Construiremos con el fango un hombre nuevo,
que de barro al fin hemos surgido.
Somos tierra y agua, flora tropical
con la que aprendimos a darle color a la esperanza.
Abriremos ventanas para mostrar el orgullo que surge de la sangre;
aprenderemos de nuevo a ser unidad en el canto y en la lucha.
Sonrientes y altivos reconstruiremos la ciudad y el campo.

Haremos la siembra, con azadón y orgullo;
decantaremos vino y haremos un canto colectivo.
No habrá adversidad que nos doblegue,
sino trabajo que nos una, impulse y multiplique.
Nuestros hijos aprenderán, junto a nosotros, valores y nobleza
y la dúctil manera de doblegar adversidades,
porque supimos demostrarles, la manera de construir los sueños.

2 respuestas a “5. Noche sin retorno, poesía testimonial”

  1. Very impressive blog.

    Interesting article right on the subject.

  2. ALICIA QUIROZ sn.m . dice:

    AMIGOS SIEMPRE BUSCO COSAS QUE PUEDAN SERVIRME EN MI VIDA ENCONTRE ESTE BELLISIMO POEMA PARA MI ,LO LEI MUY EMOCIONADA IMAGINANDO QUE FUE EL AÑO RECIEN PASADODONDE OCURRIO EL GRAN TERREMOTO EN MI PAIS (CHILE)Y QUEDAMOS TAL CUAL RESUME SU HISTORIA CON MUCHA PENA Y A LA VEZ VALENTIA LA COPIE Y LA PUSE EN MI PAGINA DE FACEBOOK Y ASI PUDIERAMOS RECORDAR TAL FATIDICO DESASTRE EL 2010 DEL27 DE FEBRERO ,EN ESTOS MOMENTOS TENGO MUCHOS SENTIMIENTOS ENCONTRADOS ADEMAS DE MUCHA PENA ,LE ESCRIBO ESTO PORQUE SE QUE NO ME PERTENECE TOMARLO PERO PARA MI TIENE UN VALOR INCALCULABLE ,ESPERO NO SE MOLESTE POR HACER PARTICIPE DE ESTE POEMA A MILES DE CHILENOS QUE AUN LO ESTAMOS PASANDO MUY MAL ,DESDE YA MUCHAS GRACIAS Y POR FAVOR NO SE ENOJE POR TOMAR LO QUE NO ME CORRESPONDIA …MUCHAS BENDICIONES ,Y UN GRAN ABRAZO.

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