Coedición México-Venezuela (UNISON y USB),
Hermosillo – Caracas, 2001
Textos Roberto Arizmendi
Creación musical: Jesús «Chúo» Ruiz
«A cada minuto le pusimos nombre» p.6
«Ángel que me guía» p.11
Voces habladas: Roberto Arizmendi
Voces cantadas: Jesús «Chúo» Ruiz
Guitarrista: Rafael Lárez
Percusiones: Willie Díaz
Fotografía: Daniela Silva y R.M. Chacón
Producción: Rosa María Chacón
Fotografía de la portada: Ariel Mendoza.
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A cada minuto le pusimos nombre
Desde siempre
nuestro Dios supo de ti y de mí
de los pasos pausados, cautelosos,
de las voces que cantan,
del susurro que entona los silencios,
de los ecos de asombro repetido
al descubrir el decoro de las flores que no mueren
y el jardín de guirnaldas que se ofrecen.
Supo de nuestros sueños en el sueño
y aún en la vigilia,
del ansia de llegar hasta el convite
con la piel sedienta,
de la urgencia de nuestras estaciones.
Aprendimos el arte del gozo compartido
y el lento destilar de nuestros vinos
para ofrecernos como fruto amante
al paladar preciso.
La bruma del alba
acomodó el aroma del néctar de tus labios
del rocío que humedece tus pupilas,
de la sonrisa de albahaca y de geranios,
del fresco sabor de las especias.
Preparamos manjares, entonces,
para invitarnos al banquete
que se repite como marea oceánica
en donde anida el deseo siempre inconcluso.
Errantes, buscadores,
en los desiertos surgía la sed
y encontramos la forma de construir oasis,
en ellos sembramos semillas preciosas
para nuestro edén exacto de caricias.
Entre nubes esculpimos
la urgencia del amor sin adjetivos
y a cada minuto le pusimos nombre.
Todo fue andar, andar,
inventar el paso correcto
para recorrer la senda que fuimos delineando
hasta construir sin prisa nuestro altar sin sombras.
En el camino aprendimos el arte del amor
con la paciencia del sabio insatisfecho,
los vientos osados enriquecieron el vuelo de las aves
supimos la hora exacta del tiempo de los dioses
y cada noche el sueño era un trigal dorado.
Preparamos con paciencia la hogaza,
escanciamos el vino en nuestras copas,
acomodamos las bandejas de apetitosos manjares
sobre el mantel sin nombre
y comenzamos a delinear un nuevo calendario
para nuestras horas de gozo compartido
y los dulces cantos que el horizonte anuncia.
Ángel que me guía
De la noche surgió un ángel
que me guía,
una lanza de fuego
que me alumbra,
un rayo tempestuoso
que apacigua el ansia que devora.
De la nada llegaste
y sin más,
eres ahora,
el espacio total de mis historias.
Felicitaciones Roberto, buenisisimo trabajo, que bueno que puede participar en el.